Una alimentación saludable no es simplemente comer alimentos sanos, es también tener una relación saludable con la comida. Poder disfrutar de una alimentación equilibrada, sin obsesiones o restricciones innecesarias.
En una sociedad obsesionada con la comida y el peso no resulta fácil disfrutar de una sana relación con la comida. Pero es posible. Para lograrlo es fundamental:
- Respetar las señales de hambre y saciedad
¿Siempre tienes hambre? ¿No puedes parar de comer? ¿Has perdido la habilidad de regular tu ingesta de alimentos? Es esencial aprender a identificar las sensaciones de hambre y saciedad; y actuar en consecuencia. Tan simple como comer cuando sientes hambre y parar de comer cuando te sientes satisfecho.
- Tener hábitos flexibles
Los hábitos alimentarios no deben ser pautas rígidas e inamovibles. Es fundamental ser capaz de adaptarse a los cambios y diferentes situaciones cotidianas; y poder ajustar nuestros hábitos alimentarios en función del momento, del lugar o de las opciones que tenemos.
- Disfrutar de la comida
Cuidar de tu alimentación puede resultar placentero. No deberías comer un alimento sólo porque es saludable. Tampoco deberías perder el control frente a tus comidas favoritas. Hay que aprender a disfrutar de los diferentes alimentos en sus distintas preparaciones.
- No prohibirse alimentos
Existen motivos éticos, religiosos o de salud para no comer ciertos alimentos. Pero prohibirse alimentos arbitrariamente puede resultar contraproducente; ya que, a mayor restricción mayor deseo de consumirlos.
- No sentir culpa por comer alimentos insanos
Los alimentos insanos también forman parte (en la cantidad y frecuencia adecuada) de una alimentación saludable. Y su consumo no debería estar asociado con sentimientos de culpa o con conductas compensatorias como ayunos o aumento del ejercicio físico.
Lograr una relación sana con la comida no es sencillo. Es un proceso que requiere tiempo y paciencia, pero te permitirá disfrutar de una alimentación saludable, libre de estrés, culpa y prohibiciones.